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Más vale reprimir que curar. Al mismo tiempo que dice “no” a los gremios que reclaman una reapertura paritaria para recomponer salarios o un bono de fin de año para empatarle a la inflación, e ignora a los movimientos de desocupados y organizaciones territoriales que exigen la declaración de emergencia social –debido a la gravedad de la crisis económica derivada de las políticas neoliberales del presidente Mauricio Macri–, el gobernador Miguel Lifschitz anuncia un “plan preventivo” para el mes “siempre difícil” de diciembre, que más que contener un programa de desarrollo o ayuda a los sectores más golpeados por el modelo Cambiemos, promete palos “para evitar desbordes”.

No pasa nada, pero…

Lifschitz adelantó su idea del “plan preventivo” el sábado pasado, con un mensaje al menos contradictorio. El gobernador aseguró que no ve “situaciones de riesgo”, ni un “aumento de la conflictividad social hacia los últimos días del año”, pero de todas maneras anunció que la Casa Gris ya tiene en marcha un programa de “acción preventiva” con la intervención de fuerzas de seguridad para “evitar cualquier tipo de desbordes” en los barrios más humildes de Rosario y la capital provincial.

“La posibilidad de que puedan reavivarse algunos conflictos sociales o demandas de alimentos cuando se acerca fin de año, son hipótesis que siempre aparecen en esta fecha, pero nosotros no percibimos que eso pueda suceder. No visualizamos una situación de riesgo”, amplió el sucesor de Antonio Bonfatti en el sillón del brigadier Estanislao López.

El cada vez más encendido reclamo de los sindicatos municipales de la provincia nucleados en la Festram, de los docentes públicos y privados de Amsafé y Sadop, y de los estatales de ATE y UPCN por recuperar su capacidad de llegar a fin de mes con el sueldo, o las manifestaciones de las organizaciones que reclaman una ley de declaración de emergencia social, no calificarían para el gobierno santafesino como “aumento de la conflictividad social”.

Al igual que los sindicatos, los movimientos sociales de la ciudad tampoco piensan lo mismo que el gobernador, y describen una situación cada vez más complicada en los barrios, que explican por la caída de su poder adquisitivo, la pérdida de puestos de trabajo, la desaparición de las changas y el aumento de los precios y las tarifas entre otros señalamientos.

Al hacer su anuncio, Lifschitz abundó sobre la idea de que en la provincia “no hay situaciones que hagan pensar en este tipo de manifestaciones” pero advirtió que el gobierno se “está preparando” para contener “demandas puntuales que pudieran surgir de los barrios más vulnerables” en los días próximos a las fiestas navideñas, y remarcó en ese sentido la puesta en marcha del “programa de acción preventiva (con la intervención) de fuerzas de seguridad para evitar cualquier tipo de desbordes”.

La iniciativa gubernamental para fin de año, va en línea con una tendencia manodurista que ha ganado espacio en el Frente Progresista –y que se expresa en la denominada ley Enrico, que apunta a otorgar más facultades a la policía provincial y quitarle control político–. También están en sintonía con los nuevos vientos que soplan desde la Nación, que avanza en la idea, aún más cuestionable, de emplear a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior, propuesta derechosa que –nobleza obliga– fue lanzada en la campaña electoral de Sergio Massa, y que pegó bien en Cambiemos.

Con las fuerzas federales, todo bien

Tras algunos contrapuntos entre Nación y Provincia al inicio de la gestión, la relación entre la Casa Gris y la Rosada pasa por su mejor momento. La semana que termina mostró a Lifschitz y a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, tirando buena onda tras una reunión en Buenos Aires en la que evaluaron como “positivo” el devenir del Acuerdo de Cooperación que posibilitó la vuelta de fuerzas federales al territorio santafesino. La cercanía con las fiestas de fin de año y la necesidad de estar preparados para cualquier “desborde” social, aceitan la mancomunión entre los dos gobiernos, que coinciden en que está todo bien, pero que por las dudas es mejor “prevenir”.

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Fuente: El Eslabón

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