Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

Las protestas con el eje puesto en la crisis social también hicieron recular al macrismo. Más allá de polémicas entre opositores, el desgaste oficialista se acentúa y jaquea la suerte electoral de Cambiemos para 2017.

Nada es para alegrarse por estos días de gobierno de Mauricio Macri. Pero vaya si no es un aliciente para los opositores la sucesión de reveses políticos que padece el oficialismo por estas horas, entre ellos el ligado a la meneada y polémica declaración de la emergencia social. “Costará 30 mil millones de pesos”, se quejaron Clarín, La Nación y el prototipo de votante macrista “cansado de alimentar vagos”, ante la decisión del gobierno de ponerse con unos morlacos para los que más sufren sus políticas y, al mismo tiempo, revisar sus posturas en torno al impuesto a la Ganancias, ese que Mauricio había prometido eliminar durante su campaña electoral pero sigue vivito y coleando. De amenazar con vetar una eventual ley -tal como había hecho con aquella que frenaba los despidos-, Macri pasó a casi rogar -y garpar para- que se levante la sesión legislativa en la que la declaración de la emergencia social se iba a tratar y seguramente aprobar.

Al mismo tiempo que golpea al gobierno y alivia un poquito la malaria generalizada en un amplio sector de los trabajadores, lo de la emergencia social reaviva polémicas al interior del movimiento nacional y popular, donde quienes resolvieron tomar distancia de Cristina Fernández de Kirchner debieron endurecer prédica y acción frente a un macrismo abroquelado, más allá de matices, en torno a un proyecto de país que no cierra ni para las economías populares ni para las divinas.

“No sirve esto de la emergencia, lo tenían todo cocinado y le hacen un favor al gobierno parándole la bronca y dándole aire para que siga destruyendo todo”, chicanean algunos, a veces más cristinistas que Cristina. “Demostramos que le torcemos el brazo al gobierno y vamos a seguir por tierra, techo y trabajo para todos”, mitifican otros, a veces más papistas que el Papa.

Lo cierto es que el año que viene hay elecciones y ahí se verá cómo se traduce el amplísimo movimiento de resistencia a la restauración del neoliberalismo, que lejos está de haber nacido con los reclamos por la “emergencia social”, aunque hayan sido masivos y potentes. Apenas asumido y empoderado vía dnu el nuevo presidente, a propios y extraños llamó la atención la masividad y potencia de las movidas contra sus decisiones, que se sostuvieron desde aquel verano de “plazas populares” con los reclamos contra los despidos, con ocupaciones de fábricas, con protestas contra los tarifazos, con las enormes marchas contra la violencia de género, hasta este nuevo período estival, en el que Cambiemos siente el desgaste y empieza a mostrar recules que ni el cepo mediático puede disimular.

¿Quién expresará mayoritariamente en las urnas esta situación de creciente descontento con la “revolución de la alegría”?

El papa Francisco seguro que no va a ser candidato. Y aunque su línea de acción desde el Vaticano suena a milagro, difícilmente pueda transmitir poderes electorales a un Chino Navarro, o un Juan Carlos Schmid o un Hugo Moyano, que justo en estos días dijo que no tendría inconvenientes en tomar un café con Cristina, que tal vez sí sea candidata.

Por lo pronto, la ex presidenta sigue en un centro de la escena generado por la persecución judicial en su contra y también por su propio activismo, dosificado pero sostenido, tal como lo muestra la movida a la que convocó este fin de semana en la ciudad bonaerense de Avellaneda. “¿Cómo estabas antes y cómo estás ahora?”, es la interpelación que la sostiene alto en las preferencias de los electores. Y a las respuestas a esa pregunta, no hay con qué darle.

Así, entre el gobierno y Cristina no se avizora mucho espacio para otros desarrollos electorales con una proyección que entusiasme en términos de posibles resultados. No se trata de minimizar a Sergio Massa y su Frente Renovador. Sí de ponerlo en su justa dimensión, no en la corpomediática que lo presenta como una suerte de sucesor natural de Mauricio, como si fuera un líder de masas en lugar de Massa. El margen de maniobra para los “ni” del ex intendente de Tigre ya está casi cerrado. Y habrá que ver cuántos le creen a su nuevo traje de ocasión opositora, que anunció que lucirá de aquí en más.

Hay otros jugadores, claro, pero hoy por hoy nadie se fija en los Oscar para los actores de reparto.

Alcances de la emergencia

Sostenido fundamentalmente por el Movimiento Evita con la CTEP, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie, el reclamo de declaración de emergencia social derivó en una serie de anuncio oficiales con una inversión de unos 30 mil millones de pesos en los próximos tres años. Entre los anuncios, se cuentan el aumento a 4.000 pesos mensuales a partir de diciembre de las remuneraciones que se abonan en el marco de los programas Ellas Hacen, Argentina Trabaja y Trabajo Autogestionado, un incremento del 40 por ciento en las partidas de Comedores Comunitarios y de 60 por ciento en las de Merenderos y la distribución de un millón de kits navideños. También se anunció un bono de 2.030 pesos para unos 300.000 beneficiarios de programas de empleo del Ministerio de Desarrollo Social a pagarse antes de fin de año. Y está la promesa de crear el llamado Salario Social Complementario. Lo que quedó sujeto a discusión, en tanto, es el monto del bono de fin de años sobre la asignación universal por hijo.

Tras estos anuncios, en Rosario hubo una asamblea en la que unos dos mil integrantes de la CCC, Barrios de Pie y el Movimiento Popular Libertador San Martín, en la que se resaltó “la importancia de haberle abierto la mano al gobierno ajustador de Macri” pero se insistió en remarcar “las penurias que se afrontan en los barrios” y se reiteró un reclamo de varios años: la llegada a la provincia de los programas Argentina Trabaja y Ellas Hacen.

Además, en la asamblea se acordó reclamar al Estado provincial y los municipios reclamar el aumento de la Tarjeta Alimentaria de Ciudadanía a 1.000 pesos mensuales y que se incrementen también en Santa Fe las asistencias a comedores y merenderos.

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