Aunque no se pudo probar que participó del escrache al actual gobernador jujeño en 2009, la Justicia de esa provincia condenó a la líder de la Tupac Amaru a tres años de prisión en suspenso por «daños agravados».
El Tribunal Oral Federal 1 de Jujuy decidió sobreseer a Milagro Sala por el delito de amenazas pero le aplicó penas de cumplimiento en suspenso luego de encontrarla culpable del delito de “daños agravados” por un escrache realizado en 2009 contra el por entonces senador Gerardo Morales. Asimismo, los magistrados también resolvieron condenar a los cooperativistas Graciela López (3 años) y Ramón Salvatierra (2 años), como coautores materiales de los hechos investigados. Su abogada adelantó que apelarán el fallo.
A partir de este fallo, la diputada del Mercosur quedará libre, al menos por esta causa, pero deberá cumplir con ciertas pautas de conducta. El 3 de febrero se leerán los fundamentos de la sentencia.
Durante el proceso se comprobó que Milagro no participó de esa protesta, y un solo testigo, que trabaja para la gobernación jujeña, la señaló como organizadora. Ese testigo dijo que ella le ordenó presentarse en el lugar, pero que finalmente ni siquiera participó del escrache.
Elizabeth Gómez Alcorta, abogada de la dirigente, admitió que “no teníamos ninguna esperanza de que pudiéramos contar con un tribunal independiente”, y adelantó que apelarán el fallo. Por su parte, Raúl Noro, esposo de Sala, indicó que “es un fallo político, no es un fallo de la Justicia”.
El amor y la igualdad
Antes del fallo, la líder de Tupac Amaru expresó ante los integrantes del Tribunal que la juzgaba por los huevazos a Gerardo Morales: “Simplemente queríamos la igualdad en un país tan rico, ese fue nuestro pecado”.
En un breve pero sentido discurso, Sala reivindicó el trabajo de su organización en Jujuy: “Nosotros volvimos a instalar la cultura del trabajo, volvimos a inculcar que había que construir nuestras propias viviendas, nuestro propio futuro. Siento mucho dolor interno por la injusticia que estamos viviendo porque no hemos robado nada, hemos trabajado, hemos dignificado a miles y miles de compañeros”.
“Dignificar a los que menos tienen me significó estar sentada en este sillón”, afirmó la dirigente social antes demirar fijamente a los ojos de los magistrados y les espetó: “Señores jueces, no se dejen apretar por el poder político, dicten lo justo”.
