Foto: AP.
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Estados Unidos arrojó 26.171 bombas en 2016. Todo un récord. El Imperio siempre se muestra capaz de superarse a sí mismo, al menos en cuestiones bélicas. La mayoría de las bombas cayeron sobre Irak, Siria y Yemen, según señala la revista yanqui The Nation.

Las decenas de miles de víctimas de los bombardeos no tuvieron la oportunidad de sobrevivir. Fue muy simpática la iniciativa de cantantes, actores y actrices de Hollywood que, como manifestación contra la figura de Donald Trump, entonaron la canción Sobreviviré, haciendo referencia a que van a resistir.

Pero más allá del glamour y la buena intención de estos artistas millonarios, los olvidados de la Tierra, los niños, mujeres y hombres que murieron destrozados por las bombas en distintos rincones del planeta, no sobrevivieron. Y nadie cantó por ellos.

El último informe de la ONG internacional Oxfam, que se dio a conocer esta semana, señala que la brecha entre los ricos y los pobres es mayor que nunca: ocho millonarios (seis estadounidenses, un español y un mexicano) poseen la riqueza equivalente a los recursos de 3.600 millones de personas, la mitad de la población mundial, que asciende a 7 mil millones de personas.

En este contexto, tuvo lugar la ceremonia de asunción de Trump. Y más allá de las movilizaciones en su contra, el horror de los progresistas y el boicot de los demócratas, legítimo en muchos casos, hipócrita en otros, no hay que olvidar que Trump no bajó de una nave espacial ni es el resultado de una mutación celular. Muy lejos de eso, es el resultado de una historia, de un sistema político, y de una etapa particular del capitalismo en EEUU y en el mundo.

Trump es apenas un síntoma de una vieja enfermedad. Más allá de la ira legítima y activa de los que siempre lucharon por los derechos humanos en Estados Unidos, está la hipocresía de los que se asustan ante el monstruo que ellos mismos crearon.

Trump asume como el presidente más impopular de los últimos años. Según un sondeo de ABC News y el Washington Post, tiene apenas un 40 por ciento de aprobación, mientras que Barack Obama tuvo el 84 por ciento hace ocho años.

La misma encuesta señala que el 52 por ciento de los consultados cree que Trump “no está calificado para ser presidente”.

Pero los resultados de la encuesta arrojan algunos porcentajes que dan cuenta de la complejidad del voto a Trump. Un 61 por ciento de los encuestados espera que haga un trabajo “bueno o excelente” en el plano económico. Y un 72 por ciento apoya la deportación de dos millones de inmigrantes ilegales que hayan cometido delitos.

La ceremonia que está teniendo lugar al cierre de esta edición costó más de 200 millones de dólares. La mitad lo aportó el Estado. Pero Trump consiguió batir el récord en aportes del sector privado: el Comité de Investidura Presidencial reunió más de 90 millones.

Los Imperios tienen esas dos caras. Por un lado el fasto y el circo a la hora de la auto-celebración. Por el otro, las bombas cayendo sobre las personas, arrasando países enteros.

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