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El presidente de la Argentina, Mauricio Macri, y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se encontraron en Chile para conmemorar el bicentenario de la Batalla de Chacabuco, en la que el Ejército de los Andes, comandado por el general San Martín, derrotó a las tropas realistas luego de cruzar los Andes. Junto con la posterior batalla de Maipú, la victoria del ejército libertador fue un duro golpe para España y selló la suerte del Imperio colonial en la región.

Dos siglos después, en el mismo sitio donde cientos de soldados se sacrificaron por la libertad y la integración de América, muy otros vientos soplan. Y nada tienen que ver con el heroísmo, ni con la independencia ni con la soberanía. Sí con la “libertad”, pero solo en el sentido mercantil con que la sociedad burguesa devaluó este concepto: la libertad de comerciar, la libertad de comprar y vender mercancías sin reparar en nada más.

De eso hablaron Bachelet y Macri. Ofrecieron loas al libre comercio y al libre mercado. Hablaron de “flexibilizar” el Mercosur y potenciar la Alianza del Pacífico, la niña mimada de la derecha continental, la obsesión de Temer, Macri y todos los representantes del neoliberalismo regional.

La Alianza del Pacífico —integrada por Chile, Colombia, Perú y México— surgió en 2011 como una alternativa de la derecha continental, neoliberal y defensora del libre comercio, que desde su origen tenía el objetivo de contrarrestar la ola bolivariana de integración y desarrollo independiente representados por la Unasur, la Celac y el fortalecimiento del Mercosur.

Tras el golpe de Estado en Brasil y el triunfo de Macri en la Argentina, la restauración conservadora cobró fuerza en toda la región y la Alianza del Pacífico se convirtió en el instrumento ideal, no solo comercial, sino político, para profundizar e institucionalizar este cambio de signo continental.

Macri y Bachelet destacaron la intención de  fortalecer “las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales tanto en el ámbito bilateral como con los países de América Latina, impulsando la convergencia entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico”.

Desorientados y en offside, los neoliberales regionales, que se pasaron la vida repitiendo el versito del librecomercio y pusieron de ejemplo en este sentido a EEUU, ahora ven que el Imperio amaga con cierto viraje proteccionista y entonces, confusos y despechados, pero siempre cínicos y pragmáticos, salen a buscar otras alternativas, otros mercados.

La canciller argentina, Susana Malcorra, viene repitiendo que frente a la política proteccionista de Donald Trump la política del gobierno sería “buscar oportunidades en otros mercados”.

Macri acordó con Bachelet lo que ya había acordado con Temer, y antes con Peña Nieto.

“Alcanzar un acuerdo de liberalización comercial ambicioso frente a las tendencias proteccionistas observadas a nivel internacional”, que según ambos mandatarios, “se contradicen con el esfuerzo para alcanzar el crecimiento sostenible y el desarrollo inclusivo”. Y en este sentido, acordaron “la realización, en el corto plazo, de un encuentro de Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores de los países que integran ambos bloques (por el Mercosur y la Alianza del Pacífico)”.

Por otra parte, Chile es todo un símbolo para la derecha regional, más allá de quien gobierne. La pesada herencia del pinochetismo dejó profundas marcas estructurales en la economía chilena. Ese país fue el primer gran experimento neoliberal en América latina, y esa impronta todavía está presente. Hoy representa el mejor ejemplo del libre comercio.

Chile es el gran paradigma en este sentido. Libre comercio para todas y todos, en todo su esplendor dogmático y sin importar las consecuencias. El país trasandino firmó tratados bilaterales de libre comercio con EEUU, Canadá, China, México, Perú, Corea del Sur, Noruega, Suiza, Brunei, Nueva Zelanda, Singapur, Panamá, Colombia, Japón, Australia, Malasia, Turquía y Liechtenstein.

La semana pasada, Temer y Macri acordaron profundizar la restauración conservadora en la región, que tiene como herramienta la Alianza del Pacífico, que se caracteriza por los tratados de libre comercio y que está integrada por Colombia, México, Perú y Chile.

“Hay que empezar por la región, por la Alianza del Pacífico, que abre una oportunidad importante, como también por México”, señaló Macri en su reunión con Temer.

La Alianza del Pacífico hace mucho que es el gran anhelo de la derecha regional. Argentina ya es miembro observador y gracias a eso pudo asistir a la cumbre de ese bloque el 1 de julio de 2016 en Puerto Varas, Chile.

Macri hace rato que está pidiendo que se “flexibilice” el Mercosur, con la idea de eliminar la cláusula que exige el acuerdo de todos los miembros para que un país firme un tratado de libre comercio por fuera del agrupamiento. Ese es su objetivo y por él viene militando.

En todos los países donde funciona la Alianza del Pacífico el pueblo está de pie, sosteniendo planes de lucha que denuncian que esa agrupación es letal para los trabajadores y trabajadoras. Sólo beneficia a las grandes corporaciones multinacionales.

Fuente: El Eslabón

 

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