Foto: Kalén Figueroa.
Foto: Kalén Figueroa.

A mediados de noviembre de 2015, en plena campaña previa al balotaje, Mauricio Macri aseguró que en caso de alcanzar la presidencia iba a continuar con el programa Fútbol Para Todos, aunque “bajando los costos de producción” y “sin emitir avisos políticos durante las transmisiones de los partidos”. Sin embargo, una vez que se terminó de acomodar en el sillón presidencial, el líder de la coalición Cambiemos cambió de canal y se olvidó de las promesas hechas, otra vez.

El fútbol dejará de ser para todos (y todas) y volverá a ser para unos pocos. No debe haber imagen más triste en la historia del fútbol nacional (ni mundial) que la que mostraba las tribunas y nos obligaba a adivinar en los rostros de los hinchas la jugada que se estaba produciendo.

Habrá que volver a los bares en busca de los goles perdidos –o “secuestrados”, como los bautizó Cristina–. Habrá que pegar la ñata contra el vidrio, como dice el Gallego Lewandowski en la nota de este sábado de El Eslabón, si uno no tiene ni pa’l cafecito. Y habrá que rezar que al dueño del bar no se le ocurra –como ocurría antes de que Néstor le preguntara a Clarín si estaba nerviosho– tapiar los ventanales del boliche para que los de afuera sean más de palo que nunca.

Uno a uno

En el transcurso de la semana pasada, el gobierno nacional blanqueó lo que muchos imaginábamos y otros tantos no querían admitir: que la posibilidad de seguir las transmisiones de los encuentros del campeonato de Primera División volverán a tener un costo. Y como si fuera poco, al toque de semejante golazo en contra, Carolina Cristinziano, una integrante de la Comisión Regularizadora de la AFA (que para colmo es rosarina), no tuvo mejor idea que adelantar que los televidentes deberán pagar una cifra mensual cercana a los “15 ó 20 dólares”, en lugar de tirar que nos iba a doler “unos 300 pesos”.

Por lo pronto, los dueños del deporte de la redonda en la Argentina serán los yanquis de ESPN (socios de Disney), los mexicanos de Fox-Turner o los españoles de Media PRO, empresa de un tal Jaume Roures que no titubeó a la hora de disputarle a gigantes de la comunicación la televisación de los partidos del Barcelona y el Real Madrid, por los que pagó la friolera de 1000 millones de euros cada uno, y que se define como marxista y no tiene problemas en admitir que vota a Podemos, el partido de los indignados.

Sea cual fuere la empresa adjudicataria de los derechos de televisación que oferta la acéfala Asociación del Fútbol Argentino (que como dijo el gran Diego: “Se la llevó Grondona a la tumba”), lo cierto es que para ver los goles de Marco Ruben o Nacho Scocco cuando Central o Newell’s jueguen de visitante (o de local, para aquellos que no asisten asiduamente a los estadios), habrá que pelar la billetera y sacar cuentas tomando como parámetro a la moneda yanqui. En tiempos de Macri, en épocas de vacas flacas, de tarifazos criminales y ausencia de paritarias. En medio de despidos masivos y temor por perder las fuentes laborales, encima los argentinos y argentinas de a pie tendremos que juntar moneditas para poder soplar las brasas de nuestro corazón futbolero.

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. adhemarprincipiano

    28/02/2017 en 21:03

    El «futbol del tablon», el futbol creativo e imaginativo MURIO. Hoy es un entretenimiento absurdo y aburrido de la era capitalista con todos los medios tecnicos y el Mony; Mony.

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