Foto: PTS
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A las doce del mediodía del miércoles 23 de noviembre me dirigía hacia la Dirección Provincial de Promoción de los derechos de Niñez, Adolescencia y Familia, donde trabajo como Acompañante Personalizado.

En el camino me encontré con un adolescente al que acompañé durante algunos meses. Él también iba hacia la Dirección, así que caminamos juntos. Íbamos por Corrientes y antes de llegar a la cortada Ricardone una pareja de policías frenó al joven y le pidió la documentación.

Él no tenía su DNI. Me acerqué para esclarecer la situación, expliqué dónde nos dirigíamos, me identifiqué como Acompañante Personalizado y les enseñé mi documento.

Mientras la mujer policía escribía mis datos en una planilla, en un tono más que cordial, le dijo al menor lo siguiente: “Vos te reís, pero cuando te paren los gendarmes, si no tenés documento, te agarran a palos y te llevan”.

Terminó de tomar mis datos, firmé su planilla y nos fuimos.

Narro lo sucedido no como un trabajador por los derechos de los niños sino como ciudadano.

Es necesario hacer pública la amenaza policial y el accionar represivo de las fuerzas armadas del estado. Lo que dijo la policía tiene como fin evidente establecer el orden por medio del miedo.

Hechos discursivos como este abundan y se han convertido en cotidianos, por eso a simple vista pueden parecer de poca importancia, pero no lo son y no podemos permitir que lo sean: la gendarmería ni nadie puede agarrar a palos a un menor por no llevar documentos, como tampoco pueden llevárselos, como dijo la policía. Llevárselos, además, obliga a que nos preguntemos a dónde: en algunos casos ya evidenciados, ese donde puede ser una comisaría (como le sucedió a Iván Franco, torturado por la policía en Santa Fe), un descampado (recordemos a los menores integrantes de La Garganta Poderosa, torturados en Capital por la Prefectura).

Esta denuncia pública no es contra la agente de la policía que amenazó sino contra un discurso contemporáneo a los hechos represivos, contra un discurso que si no es denunciado es legitimado, contra un discurso que a la sombra de hechos gravísimos de violencia institucional corre el riesgo de naturalizarse y que es, en realidad, parte misma de la política represiva.

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Un comentario

  1. adhemarprincipiano

    02/12/2016 en 15:08

    Aun perdura con toda vigencia el estado terrorista, ya estan trabajando para el mañana, no permitir las nuevas generaciones alcancen algún grado de conciencia. En tanto nos regalan el consumismo.

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