Ilustración: Facundo Vitiello.
Ilustración: Facundo Vitiello.

Yo no sé, no. Pedro se acordaba el otro día que los primeros partidos se jugaban en una canchita bastante alejada, y a esa altura del año, lo importante era refrescarse a medio tiempo. Y se acuerda que un par de vecinos habían hecho flor de perforaciones para el agua, porque en ese tiempo había bombas, y el agua salía fresquita y estaba buena, no contaminada como ahora.

En el barrio vivía poca gente. Y uno apreciaba lo que hacía ese par de vecinos, porque sin ese refresco no llegabas, no terminabas el partido. También se acuerda que en aquel tiempo andaba el Viky, el perro de Manuel, que por ahí se le ponía a hacer perforaciones al lado de la cancha. Uno después decía que el viki nos iba a romper el tobillo, porque quedaban los pozos ahí que parecían perforaciones perfectas que hacía el perro en la cueva de los sapos.

Después, cuando al tiempo decidimos poner los arcos, dijimos que debíamos hacerlo con una buena base, así que lo llamamos al Dani, que laburaba con el viejo, quien hacía las perforaciones para colocar las bombas de agua; a los vecinos que tenían un poco más de plata, les ponían bombeadores.

El Dani se manejaba bien con la pala de punta, así que cuando conseguimos los palos hizo una base casi perfecta. Y le decíamos, para entusiasmarlo nomás: “Vos con tu viejo, haciendo perforaciones para el agua, ¿no te ilusionas con que en algún momento podés encontrar petróleo”. Y le contábamos que, según dice la historia, un 13 de diciembre, el de la yeta, se encontró petróleo, pero en 1907, que el 7, entre otras cosas, es el de la suerte. Así que hay perforaciones en nuestra historia que pueden ser un día de desgracia, pero en un marco de suerte, le contábamos.

Al poco tiempo, en la militancia, en los primeros años de los 70, en esa primavera parecía que perforaba al coloniaje que se había instalado en Argentina. Mientras tanto, en las canchas, algunos soñaban con tener un tiro libre y que el relator dijera que alguien perforó la red del arco contrario. Algunos que tenían una patada de aquellas, soñaban con tener la patada de Menotti. O del último que vimos, que lo reconocemos todos, el Cata Díaz, que tenía un tremendo patadón para los tiros libres, ¡y andá a ponerte en la barrera!.

Y volviendo a los 70, al poco tiempo cuando comenzó la dictadura sangrienta, los compañeros y los no tanto, tuvieron que hacer algunas perforaciones para guardar hasta los libros, o fotos, o alguna otra cosa que la dictadura no quería que esté. Entonces había que hacer algunas perforaciones bastante perfectas para que aguanten el clima, el agua y no las encuentren. Porque hubo gente que hasta escondió libros de Neruda, porque la dictadura quería llevarse todo.

“Después –dice Pedro–, cuando viene el período de democracia, las perforaciones soberanas no volvieron al ritmo que uno hubiese deseado. El coloniaje ya estaba instalado y para desmantelar eso hacía falta decisiones políticas muy duras para volver a las perforaciones soberanas”. Y se lo intentó –agrega Pedro–, pero siempre quedamos a medio camino”.

Ahora habrá que aguantar o zapatear porque los que nos gobiernas volvierona instalar la política del retroceso. Y si te perforan algo, es la voluntad de ser soberano, de querer lo nuestro. Así que habrá que esperar de nuevo u organizarse, como cuando eramos pibes, para volver a tener perforaciones soberanas que saquen nuestras riquezas, pero por sobre todo, que sean nuestras, como dice Pedro, mientras mira el celular para ver si no tiene alguna perforación rara. Me mira y se sonríe. Volverán las perforaciones, las perforaciones soberanas.

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