Columna de la juventud peronista de tiempos pretéritos | Foto: FB.
Columna de la juventud peronista de tiempos pretéritos | Foto: FB.

Yo no sé, no. Pedro se acuerda que Centeno llegaba hasta Crespo, y de ahí hacia Lagos era un bosque de árboles frutales que fueron desapareciendo hasta que quedó un gran descampado que se aprovechaba para hacer canchitas de todas las dimensiones, peleando contra el yuyal. Eran territorios manejados por los más pibes. A fines de los 60, o principios de los 70, avisaron que Centeno iba a llegar hasta Lagos y las futuras edificaciones, más las 8 columnas de alumbrado público que pusieron por cuadra, eran una seria amenaza contra la práctica de fútbol. Las primeras columnas eran de madera y, aunque sea, servían para hacer las veces de palo de uno de los arcos.

En los equipos de aquel entonces, lo fundamental era la columna vertebral, uno por línea, como para salir de la mediocridad. Un buen arquero, un buen defensor, un buen mediocampista y un buen delantero, con eso ya tenías la columna del equipo.

Cuando ya arrancaban las actividades políticas y gremiales, Pedro recuerda que las columnas de la juventud se engrosaban constantemente, con gente nueva. Y otra columna vertebral, dentro de todo movimiento, era la columna de los trabajadores. Ya en aquel momento las bases peticionaban para que no les sacaran lo conquistado. Más allá de las contradicciones internas, una de las columnas más fortalecidas era la del movimiento obrero. Con la llegada de la dictadura, las columnas más atacadas fueron las de la juventud y la de los obreros. En forma directa, pero también indirecta con la política de dejar gente en la calle y hacer que la Argentina fuera cada vez menos industrial. Esto pasó después con Menem y ahora con esta nueva ola de gobierno de CEOs que siguen debilitando esas columnas.

Por eso Pedro se entusiasma cuando los trabajadores, los maestros, las mujeres, ganan las calles. Porque se recrea esa columna tan necesaria para que paren la mano estos liberales conservadores. Si se recrea esa columna, piensa, se recrea el equipo, y capaz que le hacemos partido de una vez.

No hay que temerle, por más que haya tipos impresentables a la cabeza y subidos al palco. Lo importante es que se nutra esa columna, se esperanza Pedro, parado en una esquina de Centeno y Crespo, añorando las viejas canchitas y los viejos equipos, que tenían esa columna vertebral que los hacía sobresalir de la mediocridad reinante.

Fuente: El Eslabón

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