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El peronismo ante el retorno de Cristina

Néstor Kirchner fue como un director técnico que se encuentra con el equipo de fútbol del club más popular atravesando una etapa de divorcio con su hinchada. El peronismo, en 2003, era ese equipo, desprestigiado frente a sus partidarios por haber claudicado en su línea de juego, comprando recetas resultadistas que lo llevaron a descender de categoría y ascender por decreto a primera división. Tomó las riendas de ese elenco con poco apoyo de la comisión directiva, pero en poco tiempo ordenó al club y le dio a sus jugadores nivel competitivo.

El menemismo había dejado al Partido Justicialista, con la aquiescencia de la mayoría de dirigentes y cuadros, en la disyuntiva de profundizar su rendición ante la oligarquía o amagar tímidamente, como pensaba Eduardo Duhalde, con recuperar algo del discurso y unas pocas políticas que el posibilismo imperante le permitiera.

Kirchner le devolvió la mística, y como no tenía cantera juvenil, en lugar de los pibes de las inferiores salió a buscarlos en otros clubes, conformando un conjunto temible, que terminó ganando el primer campeonato de grandes ligas que se le venía negando.

Para esa epopeya contó con una ayudante de campo magistral, que cumplido el ciclo que él se autoimpuso, continuó esa senda y ganó dos torneos más, siempre aplicando el sistema de ir al frente con el estilo que la historia del club llevaba como marca en el orillo. Así, recuperó no sólo la confianza de la hinchada, sino su afecto. El equipo volvió a enamorar, incluso a quienes nunca simpatizaron con el club pero son cautivos del buen fútbol.

Los logros en doce años de idilio entre jugadores y tribuna popular no alcanzaron para conquistar el máximo trofeo cuando los estatutos del club le impidieron a Cristina seguir siendo La Gran DT.

Dejando atrás las alegorías futboleras, lo cierto es que el peronismo antes de la reaparición de Cristina se encontraba en estado gaseoso, con frentes deliberativos de todo pelaje, con intentos de generar unidad a cualquier costo y con los bandidos y pícaros de siempre soñando con volver a los tiempos del vale todo con tal de tener la sartén por el mango y la caja también.

La demostración de fuerza que representó la inmensa movilización del miércoles 13 hacia los tribunales federales para dar compañía a la ex jefa de estado en su confrontación no electoral con el partido judicial no tiene segundas lecturas para quienes entienden los códigos internos del peronismo.

Daniel Scioli y José Luis Gioja son dos de esos buenos y leales intérpretes. Puede que hayan pensado que el peronismo tenía que estar preparado para que una conducción partidaria ocupara el hueco que podía dejar la conductora estratégica del movimiento nacional si fuera presa o decidiera no conducir en esta coyuntura, pero una vez corroborado que ambos escenarios no formaban parte de la única verdad, se cuadraron, hicieron saludo uno e incluso aportaron con sus declaraciones la obediencia debida a la comandante en jefe.

El mandato de Cristina de formar un Frente Ciudadano tiene más que ver con sacar a la militancia del ombliguismo internista a tomar contacto con las enormes masas afectadas por la criminal política neoliberal de Macri que con la configuración de un dispositivo electoral.

Y la indulgencia hacia algunos dirigentes o cuadros que dieron pasos en falso o cometieron el peor de los pecados peronistas, la deslealtad, también debería hacer recapacitar a quienes estaban más pendientes de pedir cabezas que de reconstruir los lazos con la comunidad, para volver a organizarla y tenerla de este lado de la frontera que separa al campo nacional y popular del ágora oligárquico.

La reunión al día siguiente con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en su propia casa porteña, y el encuentro en la Fundación Patria con el bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria son parte del mismo movimiento que se inició en el escenario montado en Comodoro Py. Cristina pareció decir algo que deben tomar nota los dubitativos, los incondicionales y hasta los que se alejaron porque pensaron que había llegado el Armageddon: «Estoy de vuelta, no cambian ni los interlocutores, ni la dirección, ni los ejes de nuestra política, pero no es mirando hacia adentro que vamos a poder volver a enamorar a los desenamorados, sino saliendo afuera como predicadores en medio del desierto salitroso que está gestando el enemigo». No lo dijo así, pero es obvio que quiere que se entienda de ese modo.

Repercusiones en el CEO’s Team

Mientras el presidente Mauricio Macri se empeña en culpabilizar a Cristina y al modelo que en doce años logró los mayores índices de inclusión, reparto de la riqueza y empleo, mientras se queja de la «pesada herencia recibida», mientras su ministro de Hacienda Alfonso de Prat Gay toma deuda al nivel de tasas que criticaba que colocaba bonos el gobierno kirchnerista, mientras despide decenas de miles de trabajadores y desarticula la red social que se montó en la última década larga de Néstor y su sucesora, sólo la angurria revanchista pudo suponer que la citación a declarar dictada por un juez patibulario, lumpen y marginal podría poner contra las cuerdas a la mujer que brilló con luz propia en sus dos mandatos y se retiró a Calafate dejando tras de sí una Plaza de Mayo que ni los presidentes entrantes logra llenar.

Pero así es la política oficial en tiempos de alternancias entre Macri y su perro Balcarce a la hora de ocupar el Sillón de Rivadavia.

Cristina tomó la posta que le dejó Néstor y no sólo no echó a nadie, jubiló a dos millones de ancianos, subsidió el transporte, la luz y el gas, permitió consumir en 12 cuotas con tarjeta, compró aviones, trenes, puso en órbita dos satélites, creó el ARSAT, construyó polos universitarios, invirtió en computadoras para tres millones de pibes, terminó Atucha I y II, renacionalizó YPF, la Anses, el Correo Central y Aerolíneas, le pagó 10 mil millones de dólares al FMI, regularizó la deuda con el Club de París, depositó puntualmente la plata que bloqueó el juez buitre Thomas Griesa y, por si esto fuera poco, dejó 23 mil millones de reservas en el Banco Central de la República Argentina.

Con el handicap de esa pesada herencia asumió Macri, quien con su equipo pensó que en poco tiempo podía transformar tales logros en un pesado lastre que era posible tirar por la borda sin consecuencias que pusieran en riesgo su propia gobernabilidad.

Apenas basta con observar los rostros de los funcionarios oficiales en los actos públicos de las últimas dos semanas para obtener con precisión la marca del termómetro puertas adentro de la Casa Rosada, lo cual se suma a un internismo que no es ponderado en los cafetines de las grandes ciudades porque los grandes diarios y canales informativos protegen al empresario y su gobierno de CEOs como una madre a un bebé lactante.

Cristina dio vuelta la taba que el juez federal Claudio Bonadio tiró al centro de la plazoleta de Comodoro Py, se la mostró cara a cara, y se la dejó sobre su escritorio, salpicada con el barro que la multitudinaria movilización chapaleó para acompañarla y protegerla del jaque mediático-judicial. Y se dio el lujo de salir libre, y a pocos metros, subirse a un escenario y retomar un diálogo con su Pueblo que tuvo un interruptus de 120 días, que a todos, propios y extraños, pareció una insoportable eternidad.

El resultado de esa reaparición fulminante ya puede entreverse tanto en los bochornosos rezongos de la vicepresidenta Gabriela Michetti, la denunciadora a repetición Elisa Carrió, y el descontrolado ciudadano argentino radicado en Miami, Jorge Lanata, quien desde que abandonó el periodismo para convertirse en vocero de Héctor Magnetto perdió algunas de las anclas que en su tiempo lo amarraban a la mesura.

Otras consecuencias más políticas se pueden constatar al recorrer los anuncios apresurados de respuestas al descalabro social producido en los cuatro meses iniciales de gestión. Pedorras rebajas del IVA en un puñado de productos de la canasta familiar, la patética medida que obliga a que los funcionarios del gobierno nacional paguen de su propio bolsillo las multas de autos oficiales,

Nada de eso parecería que vaya a sofocar el incendio, y hasta la cueva ideológica que durante años cobijó a Domingo Cavallo cree que las medidas «sociales» de Macri lleguen a ser un paliativo respecto de la pobreza generada por su política económica. “Aunque apoya la medida porque «favorecería fundamentalmente a reducir la pobreza infantil y entre los jóvenes», el informe (de la Fundación Mediterránea) aclara que es «insuficiente para contrarrestar la magnitud y profundidad de la pobreza»”.

Macri ve cómo su capital político se escurre entre los dedos de sus manos abiertas al poder mediático-económico, y sabe que en política no existe el vacío, y su karma es que sabe que quien lo llenará no serán Juan Manuel Urtubey o Sergio Massa, sino Cristina.

Fuente: El Eslabón

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  1. […] Origen: Un huracán con silueta de mujer […]

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  2. […] El peronismo ante el retorno de Cristina.Néstor Kirchner fue como un director técnico que se encuentra con el equipo de fútbol del club más popular atravesando una etapa de divorcio con su hinchada. El peronismo, en 2003, era ese equipo, desprestigiado frente a sus partidarios por haber claudicado en su línea de juego, comprando recetas resultadistas que lo llevaron a descender de categoría y ascender por decreto a primera división. Tomó las riendas de ese elenco con poco apoyo de la comisión directiva, pero en poco tiempo ordenó al club y le dio a sus jugadores nivel competitivo.> Fuente: Radacción Rosario http://www.redaccionrosario.com/nuevo/2016/04/17/un-huracan-con-silueta-de-mujer/ […]

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